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Foto del escritornayeli de la vega

“HUEY TEOCALLI”, LA GRANDEZA DE UN TEMPLO MEXICA CONVERGENTE ENTRE EL UNIVERSO Y EL SER HUMANO

La representación arquitectónica de los tres niveles verticales del cosmos: el cielo, la tierra y el inframundo.


Hoy, es 6 de octubre del 2022 en la ciudad de México, comienzas tu día y vas contra reloj para alcanzar a llegar a tiempo a tus actividades diarias, quizá pases a alguna cafetería por un café en el trayecto, o pases a desayunar algo “rápido.” Y a la par de ti, la vida cotidiana de todos los habitantes de la ciudad comienza a tomar rumbo conforme va avanzando el día.


En el centro histórico, comerciantes, policías, empresarios, trabajadores, entre otros, van dándole movimiento a las largas calles de la ciudad. ¿Cuántas miles de personas transitarán por el Zócalo capitalino al día?


fuente: DEA PICTURE LIBRARY/DE AGOSTINI VIA GETTY IMAGES Recuperado de BBC news
Ilustración del Templo Mayor


Caminas por el zócalo, contemplas los edificios que fueron testigos de momentos históricos, el palacio nacional, el antiguo Palacio de Ayuntamiento, la Consejería Jurídica y de Servicios Legales, y justo ahí, a un lado de la catedral, persistiendo en el tiempo, se encuentra el Templo Mayor. Imagínate un día como hoy, pero de 1422. Las calles de lo que hoy es Ciudad de México, eran las calles de Tenochtitlán, en náhuatl “lugar de tunas sobre piedras''. Los ciudadanos mexicas vivían un contexto muy diferente a los ciudadanos que hoy formamos parte de la gran Ciudad de México. Entre diferentes formas de comercio, ideologías y religión, justo en el corazón de la ciudad se encontraba el “Huey Teocalli”, o mejor conocido como Templo Mayor, Imagina que estás ahí presente en esa época y plantéate la incógnita de ¿Qué era para esa civilización que escribió parte de la historia de México aquel basamento piramidal?


Etapas de construcción del Templo Mayor, ilustración Juan Yadeun. Recuperado de bibliotecadigital.ilce.edu.mx


Este es el contexto: Con la finalidad de adorar a sus dioses, arquetipos contrarios complementarios, nuestros ancestros mexicas tenían la cosmovisión de que este recinto era el punto convergente del cosmos y la vida terrenal, pues con base al Templo Mayor, partían cuatro calzadas principales, (Tepeyac, recorría la ciudad de norte a sur, Tlacopan hacia el poniente, Nonocalco que conectaba con tierra firme) que conectaban la ciudad flotante en el lago de Texcoco con tierra firme, las cuales fungían como los cuatro rumbos del universo, cuatro puntos cardinales e incluso el mismo basamento piramidal seguía los tres niveles verticales que conforman el cosmos: el cielo, la superficie terrestre y el inframundo.


Mapa de Tenochtitlán imagen recuperada de infobae.com

Erguido donde según la leyenda azteca, Huitzilopochtli, el Dios sol, convertido en águila devorando una serpiente sobre un nopal, el Templo Mayor bajo la cosmovisión de los mexicas era considerado el ombligo del cosmos, pues desde este punto, partían las cuatro calzadas principales que conectaban la ciudad con tierra firme simbolizando los cuatro rumbos del universo, los cuatro puntos cardinales. La edificación del basamento piramidal seguía los tres niveles verticales del cosmos; el cielo, la superficie de la tierra y el inframundo.

Maqueta del Huey Teocalli en Templo Mayor. Foto tomada por Nayeli Colón

Para el pueblo mexica, sus arquetipos contrarios complementarios estaban representados por Tláloc, Dios de la lluvia y la agricultura, relacionado con el frío y la oscuridad; su templo está situado en la mitad norte del basamento piramidal.


Por otra parte, Huitzilopochtli, Dios de la guerra, relacionado con los ciclos astrales del día y la noche, el sol y temporada de sequías, estaba situado en el lado sur.

El Templo Mayor fue construido en siete etapas y ampliado cuatro veces, esto por dos razones: por el terreno acuoso en el que se encontraba, el peso no aguantaba y se asentaba; la segunda era para demostrar la grandeza y abundancia de cada señorío, construyendo así cada determinado tiempo un basamento más grande sobre la construcción ya realizada, llegó a cubrir una altura de 45 metros.


Los arqueólogos expertos en el tema han relacionado cada etapa con un gobernante o tlatoani.



DE CENTRO DE CULTO A RUINAS ARQUEOLÓGICAS



foto: Templo Mayor, Nayeli Colón

Viajemos en el tiempo una vez más, un siglo después. Ahora es seis de octubre de 1521. Pasados casi dos meses de la rendición del último Tlatoani mexica, Cuauhtémoc, el “Huey Teocalli” fue la pieza estratégica para la “conquista” ideológica y espiritual que la corona española impuso en la Nueva España. Se terminó el culto a los contrarios complementarios para darle inicio al cuto monoteísta, el cristianismo. Fue entonces que los nuevos habitantes forasteros destruyeron templos y construcciones de una civilización agonizante para construir una nueva vida. y así, el Templo Mayor, nombrado así por Franciscano Bernardino de Sahagún,

Foto: Nayeli Colón

fue condenado al sepulcro del olvido.



Sin embargo, los ecos de una civilización y los vestigios del templo convergente en el que se encuentran todas las fuerzas del universo, retumbaron lo suficientemente fuerte para que cuatrocientos años más tarde, en 1914, tras la demolición de un antiguo edificio en la calle que hoy en día se conoce como República de Guatemala, el arqueólogo conocido como el padre de la arqueología moderna en México, Manuel Gamio, comenzara las primeras excavaciones que lo llevaría a descubrir una parte de la tercera etapa de construcción y así fue confirmada la ubicación del Templo Mayor.

Reprografías: Oliver Santana / Raíces y cortesía de Tachiphoto Recuperada de arqueologíamexicana.mx


64 años más tarde, el 21 de febrero de 1978, unos trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza al realizar excavaciones para hacer un cableado para el metro subterráneo, encontraron una escultura monumental de Coyolxauhqui, diosa de la luna. Contactaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia para reportar el hallazgo y el tan renombrado arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma fue quien llevó a cabo el proyecto de excavación del Templo Mayor que se creía perdido.


Eduardo Matos Moctezuma foto tomada por Alejandro Fernández. Recuperada de lideresmexicanos.com

El presidente en turno, José López Portillo financió el proyecto y logró reunir arqueólogos, químicos, biólogos, geólogos, entre otros especialistas para estudiar los vestigios del recinto más importante para los aztecas. Y fue así como el 12 de octubre de 1987, el presidente López Portillo, le entregó a la nación mexicana una joya rescatada de su gran legado cultural.


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